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TIRA Y AFLOJA VOL. I
El domingo 2 de febrero fui a ver esta primera edición de un
almud de performances, una tarde bien chida en la cafetería Silvestre, que está
por ahí cerquitas del parque La Mejorada. Se presentaron seis artistas que, por
la curaduría que tuvieron las presentaciones, puedo decir que hicieron un
recorrido por el turbulento crecimiento humano, cada uno con un lenguaje
determinado y propio, si le da click al enlace de arriba, podrán echar un
vistazo al programa de mano y comprobar lo que digo. Los paradigmas de cada
artista –por demás completamente diferentes –se vinculan de alguna manera con
la dialéctica de esta primera entrega de Tira y Afloja, que concluyo apostó por
un caleidoscopio del ser y lo confuso y dolido que es madurar.
Synthetic Flowers por Agus C
Admito que tardé en entender el orden de esta escultura-performance girlness. Aunque no me sentí extrañada cuando observé al artista pasar por la sala para sentarse encima de la mesa en lo que visto de soslayo pensé eran cueros, trapitos del Edén. Después de hacerme la idea de ver un cuerpo desnudo, pude acercarme y ya había arrancado su propuesta. Duró casi toda la velada en el Silvestre café; y no fue el único en plantear la duración y lo simultaneo como estrategia de salida, una invitación a decidir contemplar hasta el final, o sentir que se perdió todo al perderse el vestido –de florcitas plásticas –con el que se transformó en Ofelia.
Sin duda fue mi presentación favorita. Opinando de manera
superficial, al comenzar la propuesta de Agus C, sentí una regresión temporal al
ser niñe. La libertad de jugar como uno quiere y utilizarse incluso a si mismo
como material, como piedra y dejarse aparecer siendo escultura; aunque este
juego se vea truncado por la inevitable construcción social, la mal lograda
madurez que nos empuja a olvidarnos de lo bien que se la pasa uno imaginando
las posibilidades para transformarse desde su arte individual.
Des-etiqueta por Omar Alcerreca
Dice “una imagen puede engañar o distorsionar la realidad”…
en el programa de mano digital este artista, Omar, explica la razón de su
propuesta. Una primera impresión, un contacto visual que se interrumpe para dar
paso a una rebeldía. El hecho de presentarse taciturno, sobrio, íntimo y que en
un parpadeo se esté fotocopiando el rostro, invita a replantearse la locura o
en otras palabras aquello que la sociedad señala como errático, siguiendo mi
primera impresión de la curaturía el momento más difícil de crecer y madurar es
aquel en el que comprendes que los otros quieren controlarte, como ellos ya lo
son –controlados –por las fuerzas imperialistas, capitalistas, tecnológicas e
industriales. Lo que tarde comprendí de esta performance, es el ejercicio de
análisis al que le entra este artista, no sólo quiere ser espectado, sino que
está dispuesto para espectar al espectador, entonces tiene la bella intención
de darte un obsequio: la fotocopia de su rostro. Opino que el resultado –la
fotocopia –es en esta ecuación el motor de la pieza de Omar, sino fuera por el
resultado material que existe de su performance, sin objeto que evidencie el
acto superficial de mirarnos por primera vez, no existiría una introspección.
La carga de un beso por Melissa Gabriela A.C
“(...)caja de toques
electricidad“
Omar vio por primera vez en la intimidad pulida a una
cantidad de gente que yo nunca había visto asistir de forma individual a un
espectáculo. Esa misma intimidad pulida fue la que nos presentó la artista que
continúo en la misma sala, pero con las cortinas abiertas y con una luz un poco
más intensa y con una performance para la participación del público en general.
Tengo que mencionar esta claridad –lo pulido –con la que se
presentaron estos dos performance, porque opino que son producto de la
temporalidad en la que nos vemos sumergidos. Byung-hun dice que esto es producto
de la tecnología, de los aparatos celulares que ahora son una extensión del ser
humano, y hacerme consiente de esto en estas presentaciones, me invita a
plantearme la experiencia como un reflejo, sin lugar a dudas, de las formas en
las que ahora nos desenvolvemos. MeGa en su performance nos invitó a besarnos
mientras sentimos una carga eléctrica que va en aumento, llevándome a mí a
meditar en esta forma clara e inmediata de comunicar nuestros deseos por el
gozo que experimentamos ante las tecnologías que nos permiten ser virtualmente,
y muy evidente encontré en sus
propuestas, la de Omar y la de MeGa, esta visibilidad del ser virtual que ya no
es sólo ser alguien, un contacto, un seguidor, un amigo en una red social
virtual, sino presentarse como ese holograma para lograr materializarlo en sus
presentaciones, dejando de ser solo un instinto que desea –porque en la
internet somos alguien que fluctúa en la pasividad, en el compartir y el hacer
ruido, en los últimos años de manera más intensa, tan intensa que los dueños de
las redes sociales tienen que usar algoritmos para bloquearnos y regresar a esa
belleza prolija y pulida que Byung-hun señala como espejo de la nueva era (que nos vendieron pero quieren seguir manipulando como si aún fueran los patrones) –para
tener en cuenta al receptor del deseo y desde ahí considerarle y convidarle al
juego.
Fueron varios besos los que se dieron y se experimentaron,
con la intención curiosa de la exploración y el descubrimiento del gozo
compartido. Hubo quienes repitieron y otros que solo miraron a los besadores.
Me encantó descubrir la repetición, volver y regresar al beso una y otra vez sólo por el deseo de sentir esas chispas en los labios.
Taco de Ojo por Mónica Mitre
Esta otra performance, si se revisa el programa de mano
virtual, habla muy fuerte del antagonismo de la nueva era. Para empezar ese
color neón que se ve en las imágenes y en las letras fue también el color que
se descubre al pasar a un diminuto cuarto de manera individual. Por motivos de
tiempo no pude pasar a ver la performance, pero platicando con quienes ya
habían entrado me enteré de lo que estaba decidiendo perderme –la vida de esta humilde
crítica a veces tiene que inclinar la balanza al trabajo remunerado –; me viene
a la cabeza el cuarto oscuro donde se revelan fotografías, aquel color rojizo
que permite la impresión hace que la presencia de uno se vuelva opaca, carente
de tonos que puedan darle características de ser humano viviente. Y en ese
cuarto color neón, que si me preguntas es más antiguo que Tarantino, Stiphen
King, James Cameron, Robert Zemeckis, Las Clamp, y estudios tipo Sunrise, se
presentó el lado vil de la nueva era digital: el consumo y el cuerpo femenino
como su objeto.
El hilo argumentativo que imaginaba como un recorrido en el
desarrollo biológico y emocional del ser humano se completo con esta alusión
super marcada de los poderes antagónicos con los que la sociedad y la cultura
de una oligarquía quieren sujetarnos, controlarnos y estupidecernos, con la
mentira del mérito y el echaleganísmo que bajo su imperialismo nos dicta un
consumo voraz, scrollear (como si fuera inofensivo y no un acto identitario) y nada más. Es todo lo que puedo decir y un poco a
fuerzas, porque no pude presenciar esta performance.
Abrazos, no putazos por Max Castañón
Más corto pese a la cantidad de energía que tenía para empaparnos
a los espectadores. Dos hombre enfrentándose en un combate cuerpo a cuerpo de
box. Dos hombre normales que representaban a los típicos deportistas del cuadrilátero.
Pudo apreciarse de una mejor manera,
pudo haber una mejor desenvoltura, pudo ser menos apresurado… Todo lo que tenía
que decir esta presentación se redujo a dos jóvenes artistas del performance
intentando pegarse (sin técnica y sin intención de lucir los movimientos que
representaban), todo el cuidado para un buen lugar de presentación –aka espacio
delimitado como escenario, que además cuidaron tanto para las presentaciones
individuales y que también se procuró para la primera performance –y ni
nosotras las expectantes ni nadie del staff, supo si circunvalar con nuestros
cuerpos sería posible ni se permitieron imaginarlo. Con lo que dice el programa
de mano puedo explayarme un poco más con la intención de esta magnifica idea
para terminar este primer volumen de performances Tira y Afloja… pero sólo no
se vale que porque se entienda se pierda lo poético de la entrega.
Conclusión
En un mundo cargadísimo de violencia, dejarse explorar el
deseo de ser quien uno quiere ser, sin miedo y en complicidad es parte de la
resistencia del arte –que ganas de escribirlo con H porque además es el
cansancio y el hartazgo lo que lleva a la creación de protesta, ¿no?– la
curiosidad que despierta lo caleidoscópico –y elijo una palabra tan linda
porque creo que el arte también se concibe desde la ternura y lo sensorial tipo
“si esto me resulta placentero porque no continuarlo, porqué no compartirlo” –a
convocarnos en la creación conjunta y la naturaleza humana la introspección
sociológica y ambiental, somos ecosistemas artificiales pero no por esto
estamos limitados, lo salvaje en la tierra es lo común y todo esto se está
dando aquí y ahora. Y ya me lo dijeron antes “la naturaleza quiere ser como
nosotras” Co’ox…
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