OPINANDA DESDE MÉRIDA CITY

 DR. NIGROMANTE: EL CONJURO FINAL de COMPAÑÍA EPÍGRAFE


Bah. Escucho el título de la obra y se me ocurre pensar en el genio de la autoría: HP LOVECRAFT, EDGAR ALLAN POE, HP LOVECRAFTS. Tengo una ligera obsesión actual, no me es molesto que se note. Amos del thriller: Stephan King debería escribir teatro. En realidad yo he escrito una obra pero esto no se trata de mí, terminaré diciendo que no es fácil hacer una dramaturgia y que el público sienta lo que se espera. Tal vez por eso Stephan King deba ser dramaturgo, por lo menos Shakespeare me ha hecho tener esperanzas románticas, ¿Emily Bront tendrá alguna dramaturgia? Mariana Enríquez es una cuentista argentina que tiene Relatos de horror, no buenos, bastante buenos. 


El Teatro Armando Manzanero es un Teatro espectacular, de esos que no te dejan nada a deber en el centro de Mérida. Dan 900 personas, y seguro necesitaríamos llevar binoculares si estuviéramos en las últimas filas. Yo veo estos recintos y pienso en el siglo XVI y en los vestuarios, en la escenografía, en la última fila. No me sorprende que en estos tiempos varias compañías hagan de esto un espacio íntimo en el escenario, a veces por falta de público, y otras porque bueno, el presupuesto no da para producciones magnánimas. Truenos en el momento adecuado, lluvia desde una nube negra. 


HISTORIA


Una puesta en escena de tendencia al horror. Por lo menos te lo imaginas cuando escuchas el título. Luego se abre el telón y el espacio vacío y oscuro que para mí ya es una carencia, le da sentido por un momento. A un costado una mesa con artefactos y artificios de cualquier hechicero. 


Parece, en el transcurso de la función, que el espacio vacío es un elemento detenidamente predispuesto para el desarrollo de los momentos de intensidad donde se efectúan las posiciones demoníacas y se develan los placeres a los que el Dr. Nigromante accede a cambio de su alma. 


Opino que no se debería tomar a la ligera el límite de los espacios. Así como estuvo tan predispuesto su espacio de actuación y de luces internas (ya que su iluminación no fue desde lo externo, la tramoya que le dicen), no se debió tomar a la ligera el punto de fuga del espacio vacío del fondo del escenario. No estuve en la última fila, pero desde ahí de seguro ni con todo el aumento en los mejores binoculares del mundo hubiera disfrutado el recorte de los personajes en aquel fondo negro. Menos tras un torso desnudo.


DIÁLOGOS


Estar en un foro tan grande como el teatro Armando Manzanero, hace que el trabajo de la voz no sea tomado a la ligera. Entonces un buen oído en la última fila sí se hubiera quejado. Y si ese oído fuera el mío, además hubiera protestado por los diálogos en latín. 

Me encontré con la certeza de un descuido. ¿Cómo pueden pasar por alto no darnos esas líneas tan importantes para entender la historia? En algún lado de la sinopsis debieron dejar un glosario, que encantada me hubiera leído de la primera a la tercera llamada. 


EJECUCIÓN


Toda la función luché por una atención que se escapaba al primer silencio largo. Yo sé que el acto de mirar y contemplarse es importante, pero no tenían una iluminación que ayudara al espectador a entender ese afecto entre personajes. 


Además la única vez que pude disfrutarlos visualmente, fue en un momento, dos o tres, en el que de verdad parecía que estaban ejecutando todo eso para un público. Esos momentos en los que no temieron demostrarse al frente fueron muy ricos y paradójicamente los más vacíos en su hilo argumentativo, pero no por malo (o sea eran demonios dando cuentas de lo ganado), sino porque no hubo una fuerza entrante en la presencia del hechicero y el aprendiz, de ser así tendrían dos estrellas en lugar de una. 


CONCLUSIÓN


Sin duda el estado debería tener más herramientas al alcance de teatros tan representativos. Estoy segura que es su responsabilidad cultural tener una bodega artística para apoyar de una manera más eficiente el juego escénico. No todo es dinero, my lovers. 


DR. NIGROMANTE, EL CONJURO FINAL. Vale la pena, para regresar a la bella presencia de actores y actrices en escena, energía de coherencia en las voces, una historia que contar, tal vez un temor traslúcido, pero eso lo dice mi diseñador de interiores que todo quiere remediar en el espacio. Aunque opino que este bien dispuesto podría incluso dar más seguridad a los participantes. 





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