OPINANDA Hikari, una poderosa máquina de velocidad

 Hikari una poderosa máquina de velocidad de Karina Meneses con producción de Rosa Eglantina

La acción de ir al teatro es mucho más que solo llegar al complejo, foro cultural o teatro de la ciudad. Supongo que mi parte favorita hasta ahora es el después, el regusto que deja la función; pero a lo que me refiero con la acción de ir al teatro, es el cómo llegas. Más allá de la travesía personal del espectador, sin la cual la publicidad no tendría fuerza, hay un far far away que nos hace caer en la butaca que nada tiene que ver con adquirir el boleto. Se trata de ir al antro de la fantasía, ya el baile sería la espectación, ya las copas serían el convivio. 

La diferencia que encuentro en este trabajo con cualquier otro, es que uno hace lo que le gusta. No está cumpliendo un horario mecanizado, sino que está dándole calidad al tiempo invertido en el proceso, que no se termina ni cuando acaba la función. Es aquí donde no existe el consumo por la acción superflua de obtener; es aquí donde una hace un esfuerzo casi sin notarlo de amabilidad, sino siempre pude puntualizarlo de manera interna. No quiero decir que en café no sea cordial, es sólo que a veces el saludo es un faltante evidente, más que evidente, un detalle que puede cambiar todo el curso del servicio. No quiero decir que el mesero deba tener esa responsabilidad, es un Fifty/fifty.


HISTORIA

Nicolás no es un tipo amable,  aunque en la obra se entiende que sí es un ser dañado. La puesta en escena es un relato personal, narrado en primera persona, donde conocemos a este personaje a partir de sus preferencias, los abusos de los que fue víctima, los amores que le hicieron el hombre que la vida le negaba tener el derecho de ser. Y cómo no, el suceso medular de la representación, la acción que nos llevará a conocer al protagonista, sin olvidarnos de la víctima, que al final pierde peso porque sólo es una excusa dentro de la verdadera tragedia. 

En mi opinión es claro que no se trataba de estrechar la relación del victimario y la víctima. Más bien, sentí que la historia de Nicolás fue una consigna necesaria, para no acabar dañando su alma. Una manera de ahorrarle un peso, al recordarle todo lo que había tenido que aguantar antes. 

Además de esto, no puedo decir que la manera de abordar esta relación fue débil, pues con la forma de fijárla en el desarrollo de la puesta en escena, se pudo disfrutar de las otras relaciones que marcaron la vida de Nicolás. Ésta que yo llamaría ‘‘la que guía el sentido de inicio a fin’’, me pareció el modelo con el que se desarrollaron las sucesivas relaciones que se narraban, fueran amorosas, filiales o ya excepcionales.

DIÁLOGO 

Con el discurso de esta función no hay más que un criterio ‘‘no papes moscas’’. Al ser un unipersonal, la narración fácilmente se dejaba caer en una representación del momento que se recordaba; un momento escuchábamos cómo fue y al otro lo vivíamos gracias al tremendamente volátil escenario. 

Es que el formato en el que se nos presentó la función, limpíaba la escena de retardos prolongados y espacio vacío entre historia y espectador. Tanto que valga la poca costumbre, las luces del escenario pueden resultar poco acogedoras. ¿Necesarias para la representación? Puedo decir que disfruté más los cambios de éstas, que las tres generales amarillas, que poco veo desde la butaca de espectador, más si de formatos formales hablamos. 

Otro lenguaje del que hablaré, tal vez por primera vez, es del actoral*. Aquí tengo un gran problema con hacer, hablar, pensar y actuar, todo en el mismo momento. Todo tan homogenizado en el cuerpo, me parece tan difícil de creer, como de apreciar, sin la educación adecuada. Es que puedo saber que es una ficción, una historia, que no es Karina Meneses, sino Nicolás, pero qué hace a este personaje tan o más entrañable que otro papel que he visto de esta actriz: Fígaro. 

Divagación del diálogo visto como un total corporal de la creación de la actriz

En primer lugar el formato de Hikari, permitió el descubrimiento total de Nicolás. Tal vez en una acción más formal, hubiéramos apreciado a un individuo más tosco y violento, como lo fue el dueño del circo, sin embargo hubiéramos perdido la caracterización. Esa que me produjo distancia en el Fígaro, me permitió ver una metamorfósis en Nicolás; apreciar la representación estética del personaje. 

He mencionado lo difícil que me resulta salir dela simple vista. Supongo que no estoy siendo clara; hagamos de cuenta que ves a un amigo y el ha tenido un mal día, pero no sabes que ha tenido un mal día porque su forma de ser siempre es un poco fuerte. A lo mejor está distraído, o de repente te dice algo, o tan fácil, sin complicarnos tanto, basta con mirarle la cara y sabes que está enojado. A Fígaro le entendíamos lo desgraciado por el contexto y las acciones. Con Nicolás había que afilarse porque como quien dice le teníamos en primer plano, a veces un poco más completo, pero jamás lejano, a lo mejor un poco oculto, pero incluso ahí, ese detalle es algo que espero descubrir más adelante en otras entradas. 

Entonces ¿a dónde va su recuerdo? Nuestra atención está en la era de lo inmediato, pero mi alma está en el  barroco, a lo mejor en el renacimiento. Tal vez lo que entiendo como pausa o carencia, en realidad es una respuesta automatizada, de nos, a juego con el entorno sociocultural. No me molestaría que se tomara su tiempo, pero esa es una opinión personal, del mercenario que llevo dentro, que quiere desnudarlo para encontrar el secreto de su tesoro. 

ESCENOGRAFÍA

La verdad es que estuvimos en una postal muy chula de un Hikari. Un paisaje sin el automóvil hubiera tenido muy difícil su enfoque. En cambio con esta presencia, estaba clara la aventura y todo lo que está trae consigo. 

No fueron pocos los elementos extras. Estuvimos en presencia de cantidad de detalles que brindaban una fuerza necesaria a la interpretación. Además hacían de la máquina de velocidad un lugar cálido como la vida poco feliz de la infancia, haciendo menos duro no tener un hogar, y dándonos la sensación de que pese a todo, Nicolás tenía uno.

CONCLUSIÓN

Este formato de acción es mi favorito. Me relaja poder sentir que la historia no es sólo un cuento, o una anécdota, sino algo mucho más íntimo. El teatro como espacio independiente, es una sala de menesteres, cómo que no.  Y toda sala de menesteres tiene estrellas y estrellados. 

La historia llevada a la acción por K. Meneses me gustó en su contexto. La entendía, la viví, la gusté**. No me siento capas de darle una segunda estrella, porque la actuación es algo que apenas vengo enfocando, y resulta que tengo aspiraciones e ideales, que a lo mejor son imposibles o a lo mejor realizables en un formato diferente. Pero se la doy por la fotografía, si pueden ver los pósters que compartió Área 51 Foro Teatral, entenderán porque sí y porque no. (Aunque luego puede que yo estuviera en un lugar no tan chido) Ops. 

Y el lugar y la atención, sumando los protocolos de higiene que tiene el sitio, tiene otro. Venía recordando los espacios de foro en Chapultepec, y me preguntaba cómo habría cambiado mi perspectiva al ver la obra desde sus butacas. Alcancé a visualizar el foro Sheakspear, un poco más lejos, y creo que ahí hubiera tenido que conformarme con un primer plano, obligado a relieves, que me imagino como hubieran resuelto entre todos.Eso también es consecuencia de la publicidad. 

Hasta aquí mi opinión. 

:=)








*tuve mi primera clase de actuación, ja ja ¿ya podré saber de qué hablo?

**Sentido yucateco de la palabra

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