Día internacional de la visibilidad Lésbica

 Antes de salir me cuestionaba si ir sería adoc. Hace rato que tengo algo con el activismo. Lo describo como sana distancia impuesta por la alcaldía de mi soberana persona. Y ya sabemos que las alcaldías no son las mejores en estos mementos (véase que la de Coyoacán corrió a todos de sus parques que para deshacerse del ambulantaje y ahí están sacándose de la manga lonas para hacer convenciones en sus explanadas, saben de cuánto dinero hablamos ¡que se están guardando un chingo de plata a costa de los artistas, personas físicas que subsistimos de esto!) por eso me revelé contra mi democracia bajo la consigna: tal vez yo no soy lesbiana, pero hay quienes sí lo son y ellas me encantan.

¿Por qué una persona no tendría el derecho de manifestarse y reconocerse? Y como bien una ponente terminó compartiendo: ‘‘sé que no soy heterosexual’’. Y es que nuestra celebración del día de la visibilidad lésbica, en la glorieta de los insurgentes, resultó  3 mesas panel y una clase de historia sáfica con línea del tiempo incluida. 

Mesa de colectivas

Mesa de lesbianas históricas

y Mesa de académicas activistas. 

La primera fue mi favorita. Saber que existen estas agrupaciones y que fomentan la lucha política, esta que puede ser ardua, cansada y hasta agobiante, siempre en busca de una igualdad en materia de derechos humanos, aboliendo la discriminación y haciendo espacios seguros para el encuentro y la recreación de la comunidad. Opino que desde la colectiva más veterana hasta la más reciente, cuentan con voces que saben  reconocerse y en ello su qué-hacer. Los motivos por los que se erigen y por lo que se mantienen es porque sigue vigente su preservación y el reconocimiento por los derechos de cada mujer.

Al final, esta primera mesa, fue una forma de hacer que el recuerdo de lo que soy tomara su cauce. No se trata de ser, y estar con las personas. En realidad se trata de poder saber qué es lo que se busca desde el inicio, hasta el final. Y esto en realidad se debería a que nosotras como personas sabemos que en realidad no se trata de papeles tirados como confeti, o como basura al basurero, no, se trata de preocupaciones serias, de cuestiones que de no ser lesbianas, se nos serían impuestas como obligatorias o contra nuestra voluntad sin que esto implicara una violación a nuestros derechos y libre albedrío. 

No se trata de la maternidad únicamente, se trata que no pueden quitarnos la oportunidad de expresarnos, conocernos, escucharnos, apoyarnos con ternura radical. Expresarnos en un espacio hecho para nosotras, porque LGBTQI+ muchas veces se olvida de nuestra expresión como mujeres y se enfoca en l expresión de ellos, de los compas.

LA SEGUNDA mesa fue de lesbianas históricas. Y que risa cuando se presentaron, algunas aun temiendo que ser lesbianas e historicas era casi como ser histérica ¿dije temiendo?.  Su ser era más de vocería que de histérica porque mencionaron una retahíla de nombres de mujeres actuales que están dandole duro al machismo desde su activismo lésbico. 

Pero esto no quiere decir que no sean mujeres de reconocida trayectoria en su labor de hacer valer los derechos de la mujer lesbiana. Quiero decir, estas mujeres desde la mayor hasta la menor han tenido que enfrentarse a retos que han superado junto a sus aliadas, compañeras y amantes.  Lo curioso, es que nunca son solo ellas como personas, siempre hay al fondo una colectiva, acompañándolas. 

Esto último se dejó ver más al final de su participación, cuando una participante agradeció la lucha, porque casarse es un avance pero separarse por vía legal, y teniendo la oportunidad de pelear la custodia de un hijo no gestado es sin duda otro gran avance en la búsqueda de la igualdad y otra forma de legitimizar nuestras relaciones. Una forma para dejar de infantilizar nuestros compromisos y nuestras relaciones, ¡ey, no somos perfectas! 

En la ultima MESA no vi tan marcada la presencia de la colectivización, pero si sentí al barrio. A esas amigas que no abandonan nunca, que están para hacer saber que una no está sola y no es exactamente lo que están pensando: un blanco fácil. 

Soy fan de las ciencias duras. Si no hubiera sido porque vi en la programación que estaba Antígona Segura, lo más probable hubiera sido que mi low batery de activismo hubiera caído y hacer todo, hasta pasar a oler las faldas del festejo, pero no quedarme, no cuestionarme, no aceptar qué soy en esta lucha. 

CONCLUSIÓN

Este evento fue organizado por la dirección general de diversidad sexual y derechos humanos. 

Vale mucho cuestionarse qué somos, qué dejamos de ser. Y compartir, aun dejando de ser, o no sabiendo qué diablos. Al final mi ser mujer, mi ser niña, mi ser de papamacha, es una conexión profunda que no quiero olvidar nunca más. Y que espero que nadie nunca pase por el borrado femenino de nuevo, sagrado femenino, guerrera, madre amorosa, bruja maldita, todas merecen vivir seguras y de forma digna, sin ser hostigadas por su preferencia sexual o raza étnicamente ni creencia religiosa. 

Debo la foto porque no llevaba el celular. :(((((

 

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