OPINANDA “LA EDAD DE LA CIRUELA”


 


La edad de la Ciruela

Proxemía teatro

Dramaturgia: Arístides Vargas

Dirección: Marcela Aguilar


Esta vez fui al teatro para no caer en las salas del cine. Fue una decisión consciente, aún no estoy lista para rendirme al gatito ese, de los anuncios de Buzzlightyear.

Fui porque necesito romance y su promocional tiene dos enamorados acurrucados. De todas formas lo dejé pasar, hasta que quedé de a cuatro totalmente. Y eso por encontrarme una postal de la misma obra, pero esta vez eran dos mujeres como mirando al horizonte con una lámpara de aceite iluminándoles apenas las narices. Leí la sinopsis y no pude más que aceptar que se trataba de otra Edad de la ciruela. Pero son la misma puesta en escena… Solo que su propuesta de fotografía es fiel a su presentación, lo que no lo hace más sencillo de cuadrar. 


HISTORIA


Dos hermanas se escriben ante la inevitable muerte de su mamacita. Estas chamacas juegan a inquisidoras, a ser jueces y defensoras del tiempo, mientras nos cuentan por medio de vivos recuerdos (algunos se contaban solos) de donde venían. 


Hasta aquí todo bien ¿dónde está la dificultad de la que hablo?

Bueno, esto más bien está dentro del montaje mismo, y puedo decir que esto es gracias al guión que al ser ahijado de Ixtepec demuestra unos diálogos profundos, románticos de la fantasía, divertidos e intensos, álgidos porque así es la vida sin necesidad de que el tiempo se detenga. 


ESCENARIO


“La Capilla” es el teatro pero a la vez el foro, y su foro es como su intimidad, o sea la sala del teatro, el escenario, todo es más de lo que en realidad aparenta. 

Sin distraerme. La escenografía fue un juego de luces flotantes, luminarias en las que se dejaba ver el interés de la dirección. No estaban sólo puestas para iluminar, se quería que la vista las descubriera, por lo menos si lo hacía se daría cuenta de la preocupación estética de la dirección. 


Esto significa que el montaje tenía una razón de ser, para que la historia no saliera de los parámetros de lo verosímil, cuando se comenzara a tener esos destellos literarios de realismo mágico. Para que la limitación escénica pudiera brindar el hecho. Una veces lo hizo de lengua para fuera, pero se compensaba con esos otros juegos escénicos de la actuación. 


PERSONAJES


Los amantes, esos del póster promocional, tienen una única función. Quererse hasta cuando no los miran. Una está absorta en la escena de turno, y estos están ahí, atrás en un rincón, en una especie de danza que es nada más que su juego, y complicidad porque hay momentos en los que ellos son el punto álgido y otros donde también se ven sorprendidos por lo que sucede en el recuerdo que las hermanas comparten. 

Opino que ellos fueran la solución que M. Aguilar encontró cuando asimiló que necesitaba que su realismo mágico escénico no abandonara nunca el escenario y que a su vez fuera el “ellos bastan” cuando determinadas situaciones no fuera suficientes para los espectadores o por el contrario cuando estuvieran tan cerca de los márgenes rosa mexicano, o sea que su lenguaje fuera casi ridículo para quienes son muy rudos e intelectuales; y al mismo tiempo para que no se le escapara el pase entre las manos de arepa a quien muy cómodo disfrutaba sin enterarse de nada. 


¡Oh mujeres! En escena fueron 4 actrices. Los dos primeros interpretaron todo el tiempo el papel ya mencionado, y las dos otras, estas se encargaron de ser Jacinta, Adriática, Victoria, Gurmina, María, Leonora, su hermana y Francisca, la señora madre y del abuelo no más se escucharon chismes. 


ACTUACIÓN


Las actrices principales se vieron involucradas en dos trabajos: ser las pequeñas hermanas, y en esta labor su interpretación fue todo lo que se espera de esa tierna y cruel edad. Por lo que cada fin de papeles álgidos, caían en una especie de lugar común, que sin embargo funcionó muy bien, porque hizo posible que se disfrutaran sus demás interpretaciones. 

Espero saber cuál era quién en alguna otra presentación de alguna otra puesta en escena. 


CONCLUSIÓN


La edad de la Ciruela es inteligente, divertida, alegórica. Hay en su propuesta una especie de liviandad que es parte en disfrutar la función. Es como si fue fuera importante contar una historia, pero no para saber cómo termina, porque al final su mamá de ellas se muere, y ni siquiera nos enteramos por las cartas que esto sucede, más bien es como un “está pasando, Leonora”, así como todo lo demás aunque parezca sin sentido.

Pero no es por esto que la función es absurda, no. Tal vez un poco onírica pero lejos de presentarse como sueño más bien tiene aquella cualidad que Bretón alguna vez dijo del surrealismo. 


¡Opino que si se llevan las 3 estrellas

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