La noche que jamás existió
De Humberto Robles
Por Borba Teatro
Dirección: Nelson Cepeda Borba
Actuaciones: Silvina Kater y Alfonso García Medina
Bailarina: Sihan Charruf
Fui a ver esta puesta en escena movida más que nada por la presencia de la actriz Silvina Kater, a quien conozco como la mayoría de estudiantes adolecentes de mi generación, gracias al temprano teatro que nos hicieron consumir y que se llenó más de una vez con su presencia de ella sola, cuando no acompañada del actor Tanicho, QPD.
Historia
Como el título da pie, se trata de una noche loca y de copas en la que la Reina Isabel de Inglaterra y nada más y nada menos que el dramaturgo y actor W. Sheakspear pasan en vela por puro amor al conocimiento, y es que la Reina le encarga al poeto (fue representado con una ingenuidad bárbara) que le devele los secretos que guarda el amor, pues como Monarca y elegida de Dios, parecía parte del designio que no lo viviera en carne propia.
Entonces con un juego de cartas se van decidiendo las formas que tomará el amor, todas fueron de amor romántico y algunas representaron baras para la moral sheaspereana.
Actuación
Silvia Kater estuvo acompañada por el actor Alfonso García Medina. Ella siempre haciendo lo que tiene que hacer, y no niego qué tal vez mi expectación estuvo acompañada por el recuerdo de los ayeres que me la presentaron enorme y con estos compañeros que se dicen “a la altura” no quiero decir que A. García Medina lo hizo mal, pero opino que cuando uno logra amalgamarse con su compañere actor/actriz el resultado será otro.
Incluso empezaron temerosos del público, y esto es una opinión que pensaba abstener, pero estoy segura que en sus expresiones había cierto resquemor que por suerte sólo fue cuestión de calentar el motor, aunque me dejaron a mí con muchas ganas de ver ese inicio como se debe.
a manera de preludio una bailarina nos introdujo en la noche que jamás existió y al final ella nos fue conduciendo al cierre, siendo también parte de la escenografía lo que dejó una fotografía de postal en mi memoria que pocas veces he podido ver, a ese cierre sí que le doy una estrella por largo aliento.
Conclusión
Digamos que me compro al Sheakspear de García Medina, que sí creo que fuera todo lo que la función nos regala del poeta, más que nada, porque la presencia de la Reina Isabel me da los pies para creerlo, entonces entro en un pequeño conflicto con la representación, porque la dramaturgia tiene presea y no me atrevo a cuestionar algo que aún no he tenido la oportunidad de leer. A lo mejor la decisión de la historia de tener al amor como protagonista, quitó un peso de encima al tener qué, no elegir protagonista… o eso ha de haber creído el director que no me presentó con claridad el foco de las miradas.
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