Quería hacer una pequeña crítica a esta calidad de app como AIRBNB y las personas que rentan. También quería hablar de lo caro que es la ciudad de Valladolid, que aún sigue siendo un pueblo, pero más mucho más turístico que Tizimín, pero no puedo hacer una comparación justa, ya que en Tizimín no trabajé. Justo en el estanque de la conmiseración pasiva aparece esta conversación y me regresa los motivos para resistir. Y me invita a reeplantear la fatídica necesidad de rumiar mi desconformidad en lugar de comenzar a pensar más enserio, más con la conciencia-hecho, más con el cuerpo-hecho, más en comunidad para les otres.
Y detenida en este punto se asoma a mi psique una falacia, “siempre han existido los ricos y los pobres” y si apuro el pensamiento no olvido la verdad de mi tierra y la que cruza el continente: no alcanza, el transporte público es barroco y el calentamiento global va a matarnos.
Podríamos hablar de lo que significa que un pueblo sea “magycal”. Y no lo digo yo, lo escuché por boca de la misma gente que está en el pueblo y es parte de éste desde sus raíces. Significa que el “pueblo mágico” es una pesadilla para el bolsillo de estas personas que parecen incapacitadas para solventar rentas propias, o negocios propios. Todo el sector turístico está dominado por una cantidad inimaginables de negocios bonitos y carísimos, por hoteles que ante la oportunidad lucrativa no ofrecen hospedajes menores de $750 barotes. Quien sabe un poco de mi labor conocerá que hace unos años anduve de mochila por el país, entonces, créame cuando digo que es el hospedaje más caro que he pagado, pues hasta en Jalisco me encontré muy a gusto por $350 en un hotel bonito y limpio, más de lo que se podría decir de la habitación que rentamos por la app AiRBNB pensada únicamente para aprovechar el “derroche” económico que la turisficación les ha dado. Por quince días pagamos el total de una de las rentas que llegué a compartir en la CDMX con una roomate, y fue ridículo el espacio que por necesidad ocupé porque no iba a meter a mi mamá-asistente en un hostel, no porque no lo intentara jaja, sino porque la mamá-asistente no quiso y es entendible yo no me doy cuenta de lo cansado que esto es porque no tengo sus años y sus experiencias, para ella haber trabajado casi 40 años de su vida no es la experiencia que yo quiero lograr crear del mío.
Entonces me encuentro este video revelador de esta conversación de dos mujeres chingonas. Una conocida por sus carrera literaria y resistencia política y la segunda más en esto segundo y en una carrera entrega de actuación y feminismo, que resultan en una experiencia tangible de resistencia. Experiencia y resistencia, supongo que éstas son las palabras que con más ardor se encuentran en los ensayos actuales que denuncian el despojo, el saqueo, y el capitalismo hetero patriarcal que no sólo está sosteniendo un genocidio en Palestina, no sólo eso. Sin esta conversación no me hubiera atrevido a dar mi opinión sobre este sistema que nos tiene del cogote. Porque además no me quiero clavar en ESTA MIERDA NOS VA CLAVAR, porque la Expo feria Valladolid fue una experiencia hermosa, desde el pueblo y su gente hasta las razones que me llevaron a entrarle 15 días de aventura mestiza, de realidad, la realidad que el exceso de inmediatez y una idea disfrazada de clase medies y altos escrúpulos me privaron de hablar maya y me llevan estos días a sentirme muy cerquitas de esa orfandad imaginaria, pues mis oídos rebosaban cuando escuchaba las mestizas y la jarana yucateca.
No fui a ser altruista, obviamente, pero el tener la experiencia de la mamá-asistente nos ayudó a ingeniárnosle y me empujó a unas rebajas que yo no me creía posible y que abrieron las puertas a las chicas, familias y niños y parejas a que prestaran a ser dibujadas… una feria criticada por los detractores del esfuerzo, por esta gente que todos hemos sido engañados creyendo que el consumo y la queja son la solución que merecemos porque merecemos todo, aunque se nos olvide que lo principal es un seguro de vida de calidad, una educación de calidad, espacios de recreación y una reciprocidad amable y misericordiosa que nos cuesta tanto, más cuando queremos exigir con ardor sea justo o no. Al final la Diosa sabe más.
Hay algo que quiero decir y que me estaba picando la lengua por contar. Hay viene el carnaval en Ixmatkuil y aunque desde hace tiempo hay detractores creo que los secretos tácitos de estos “espacios en distancia” con la ciudad es que al final el turista, el extranjero que sólo viene a elevar los costos, a despojarnos de nuestras calles, ese extranjero que nada más viene a sacar fotos para sus redes sociales como si fuéramos el coliseo romano, y del cual las gobernacias no se hacen responsables pero si se empeñan en deshacer lazos comunales, no va y si lo hace se siente desorientado, no sabe exactamente qué es bueno y qué deja de serlo, y aunque sí vi algunos ahí en la Expoferia, eran poquitos. Como si las fuerzas del mal que controlan las altas esferas políticas nos dieran en su juego oscuro una pista, un oportunidad para subir de nivel, para continuar a nuestro camino común de liberar nuestro anarquismo… pero esto es muy difícil cuando estamos cansades y agotades, de tirar de una cuerda que de a poco se va desmigajándote pero desde nuestro lado, como si fuéramos un panquecito que se desmorona hasta que sólo queda una y no tiene más remedio que aceptar a regañadientes y cuando ya se dio cuenta que a perdido, que no se desmorona porque es como un átomo contra un gran mecanismo de poleas y cuerdas. Por eso hay banqueros anarquistas y remolques de cartas.
En esta crítica quería resaltar el valor de estar en el pueblo y ser parte de este, porque he estado en la ciudad grande y ahí todo parece aunque más cercano, engranado y engrasado por una funcionalidad que va más bien pintadita por su rentabilidad, una especie de ser parte de la alcaldía para un efecto de circulación y aunque nunca faltan los vivos, al final se trata de asegurarse una forma de estabilidad. Y aunque no subí de nivel, creo que las organizaciones de resistencia existen entre artistas y obreros por igual. Lo que considero en falta en mi ciudad natal, es lo primero, pero no sé si sólo soy yo que no me entero o no me doy luces.
Gusten el video y díganme si estoy loca. Porque también creo que la app de AIRBNB nos deshumaniza con eso de que tu anfitrión no tiene porque tratarte a la cara, el colmo de cínica frivolidad donde quieren hacernos creer que esto es como sacar un refresco de una máquina expendedora.
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