C.P PELOS, PATAS Y PLUMAS

Pelos, patas y plumas

Lagartijas en Patines






La verdad es que disfruto mucho encontrarme con cuentacuentos en festivales y ferias de libro con escenarios al aire libre en los parques. Por esta razón es que nunca había pagado para ver una función de un cuentacuentos, es raro porque mironiando diferentes carteleras mi vista a tropezado con sus propuestas pero de antes que no me apetecía lo suficiente. 


Algo con lo que me quedo es la frase que lanzó la lagartija en patines Juanita Urrejola “los cuentos no son solo para niños, igual son para despertar a los adultos”. Casi al final, después de algunos cuentos y un par de poemas infantiles musicalizados, escuchar esas palabras, opino que es epifánico como un oasis en el desierto, bueno como una chelita frente al mar, mejor, como subirte a la rueda de la fortuna con tu persona favorita… 


Pues trató de una compañía “Lagartijas en patines” formada por dos músicos y una cuentacuentos que además es actriz de un teatro muy coqueto que conocí hace poco. El teatro físico de Lecoq.  Para no hacer el cuento largo, me hizo recordar algo muy importantísimo que además obviamos, la valía de la creatividad y la imaginación. Estos puntos valiosos para la vida y el porvenir, que no es solo un juego de niños sino que es parte fundamental de la vida que de repente nos brindó una extremidad que nos mantiene conectados, muy conectados pero a veces olvidamos de qué y no quiero sonar descubridora pero se trata de la comunidad y del planeta, de nuestros vínculos y como somos en el planeta, esto que es pensar e ingeniar nuevas realidades aka posibilidades de otros mundos posibles con y para la naturaleza. 


De hecho los cuentos bellos que se trataron no estuvieron lejos de esto. Una rana en un bosque, un pequeño ratón que se marcha de aventura, un cóndor de los desiertos; cuentos repletos de compañerismo, esperanza para mantener los fuegos internos vivos, y batallas del ser como la aceptación y la soledad, detalles que al final son parte de un día cualquiera como humano. Ay de los poemas, jaja estos además viajaron por los colores que son los complementos de la ropa, de la comida, de las damás chinas… 


Cada momento de la función era dejarse envolver por lo kinestésico. Entre que escuchábamos y una así se deja transportar entre la música y la interpretación del cuento, lo mismo que podría ser ver como una piedra crea ondas en el agua de un estanque. Un hecho orgánico: dejarse llevar y mantener su materia, que la materia vienen siendo los cuentos y de la música el ritmo, el hecho de acompasar la interpretación de la narración, que lo hizo muy jugoso en lugar de molesto. Las criaturas que se divertían más que yo —porque de eso se trata ser peque —deben tener una opinión mucho más nutritiva ¿y porque no? Hasta filosa, porque están en un mundo adulto  que para colmo —estoy cruzando los dedos —les sirve de ejemplo en esto que le mama al sicoanálisis y que no es otra cosa que el desarrollo de su personalidad. 


¡Qué preciosa conciencia la de esta creación! Porque algo que aprendí en el taller que tomé con Juanita —los dos, el de impro y el otro de teatro físico —es que hay formas de accionar la risa desde lo bello.


Ya para terminar, los músicos lagartijas son un montón por lo poco que he visto, esta vez estuvieron en percusión Alfredo Martín que fluyó como la tierra y el aire, me hace recordar las flores que se mencionan en el cuento del cóndor porque son de la pachamama y el vientito juega que juega con ellas bien loquiño. Y en las cuerdas un músico del que no recuerdo el nombre, pero que daba con la guitarra un soporte tranquilo de estar. 

Y me acuerdo de una cosa más antes de terminar, leyendo “el agua y los sueños” cuando Bachelard menciona la imaginación mesomorfa habla de la importancia del ritmo, dice que el ritmo es vital ya que tiene el carácter dominante de la duración, o en otras palabras, si quieres la duración del movimiento —el hacer del arte vivo —es necesario ritmar. 



Ahí está, todas mis Estrellitas para esta función que tienen que ver, porque la vida ya es muy pesada como para no tener estos instantes de reconección. 
















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