CUANDO ALGO TE GUSTA ES IMPORTANTE QUE UNA MISMA SE SIENTA CÓMODA Y ESTÉ DISPUESTA A MIRAR OBJETIVAMENTE SUS DECISIONES. POR EJEMPLO ¿CUÁL ES TU LÍMITE PARA VER TEATRO? ¿QUÉ TE GUSTA DEL TEATRO? ¿ACASO ESTE GUSTO TE HACE DESCUIDAR TUS OBLIGACIONES?
No estoy bromeando pero podría parecerlo. Hay una delgada línea que todo el tiempo estoy contemplando y esta me cuestiona la mayoría de mis qué-haceres… el bendito deber ser. Me alegro mucho de haber saltado una vez más que esto implique a otras personas espectantes, sólo espectadores y de las que a la par crean.
El hecho que en el Festival de la Joven Dramaturgia número 20 se abriera un espacio para compartir el juego de la espectación fue el plus que me hizo conocer nuevos límites en mis decisiones. Parece que no, pero cuando la creación escénica, da pie a que en sus faldas se gestionen nuevas formas de convivio se está hablando de que el presente a alcanzado al teatro.
El laboratorio Ecos y Reverberanciones, fue impartido por Didanwee Kent y me dejó entre la experiencia y el aprendizaje una bitácora en la que me he detenido a reflexionar. Soy de las más reacias a este tipo de cosas, pero el ejercicio me cambió el panorama. Y es que en este laboratorio nuestra forma de comunicarnos se vio intervenida, puesta a prueba, demostrándonos que así como espectamos con todos los sentidos, la comunicación tiene canales de escucha y recepción que van más allá de la vista y la audición. Nuestra percepción también se encontró afectada por los ecos que aún ahora me ayudan a terminar esta serie de opiniones en base a una secuencia decisional.
Además estoy reverberando los ecos del festival pasado y de muestras teatrales a las que mis pies me empujan como el calor a una chela, la playa a una limonada y el amor a las malas decisiones. Y todo esto genera una idea de mí, que si es la de mi padre es terrible y apocalíptica, pero que igual me queda grande porque prefiero castillos de naipes, castillos de libros, castillos humanos que castillos ácidos, ahogados y de falsa espiritualidad.
Hicimos en el laboratorio, unas maquinarias para compartirnos al final de las funciones con el público en general. Sólo funcionó una vez porque la lluvia nos dejó lecciones importante. Por ejemplo pensarla y prepararse como gesto de valor y respeto al otroa.
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